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Experiencia de verano en Guatemala Julio 2013
Padre nuestro que estás en los cielos…
Dos de julio del 2013, la azafata anuncia que hemos llegado a Guatemala capital, y esta oración que me ha acompañado a lo largo de mi vida, brota en mí espontánea. Desde muy pequeña sentí la necesidad de sentir, vivir las experiencias que familiares misioneros, contaban cuando venían de vacaciones a España.
Era una experiencia de treinta días, sabía que era un viaje demasiado corto para involucrarme en algún proyecto a largo plazo. Pero yo deseaba convivir, compartir, sentir, tenía mi corazón y mis manos abiertas para lo que fuera necesario. Me cuesta expresar lo que supuso a nivel personal esta experiencia de misión. Fue un viaje al interior de mí misma, donde descubrí mis heridas, mi fragilidad. Que mi manantial de vida, que todo lo bueno que había en mí, surgía de Dios. Que Él ha sido y es la fuerza que me ha sostenido siempre. Fue un tiempo de emociones intensas, fui desenmascarada y me viví y sentí como yo era.
Los niños de la escuelita de Barranca Honda, disfrutando de la lluvia. Las mujeres de Tecún Umán, con risa de payaso y el alma devorada. Las gentes de las aldeas de San Marcos, donde cada día es un milagro sobrevivir, contribuyeron en esa explosión de sentimientos enfrentados. Y, en medio de ellos, los misioneros salvatorianos acompañando, animando, dinamizando…, Mensajeros y Obreros del Padre, entregando su amor incondicional a los elegidos por Él, los pobres entre los más pobres.
En todo momento, me sentí parte del lugar y de sus gentes. Miraba al cielo, el mismo cielo para todos y recordaba las palabras de mi madre: “El cielo todo lo da y todo lo quita”. Me niego a creer que el mundo es así y no puede cambiar. La misión comienza en nosotros mismos y allí donde estemos tenemos nuestra misión. Creo y siento que el mundo es una casa común donde todos tenemos un espacio, que ha sido donado por el amor infinito de un Dios que nos hizo imagen de Él.
Padre nuestro que estás en los cielos…
Uno de agosto, la azafata anuncia que hemos llegado a Madrid.
Mª Manuela Ozalla Ortiz
(Salvatoriana Laica)
Podéis leer el resto de este artículo en la Revista de Julio de 2012