«El Decreto»
Para subrayar esta importante ocasión y este sorprendente acontecimiento, he añadido algunos pensamientos personales sobre el decreto acerca de la heroicidad de las virtudes de nuestro Fundador y Venerable Padre, Francisco María de la Cruz Jordán.
Me encontraba en Manila en una reunión de nuestras Hermanas, cuando, de un momento a otro, nuestro superior de la misión, el P. Christopher Kowalczyk vino y dijo simplemente: «Felicitaciones!» «Por qué?» Pregunté sorprendido, «El decreto para la beatificación» fue la respuesta. Este mensaje llega a nuestra Misión y sin duda alguna a toda la Sociedad con alegría y gratitud. Lo que durante mucho tiempo pensamos que era imposible se hace ahora realidad! Un sentimiento de enorme descanso se apoderó de mi porque desde mi tiempo de escolasticado en Roma – comenzando desde el P. Michael Dürr — seguí muchas veces de cerca el trabajo y los esfuerzos de la Postulación.
El decreto fue publicado el 19 de Marzo. Se trata de un documento de la Iglesia. Me ha impactado positivamente la forma en que está escrito. Teniendo en cuenta especialmente la enorme cantidad de material sobre el proceso, el Decreto trata la vida espiritual del P. Jordán en forma breve, esencial y des-complicada. Con un lenguaje humilde, habla con propiedad sobre la grandeza y el misterio de la vida del P. Jordán. Su contenido es presentado en un tono amable, pacífico y sin triunfalismo.
El texto del Decreto expresa sorpresa y expone hechos históricos con sobriedad. Es un documento de admiración y reverencia hacia nuestro Fundador. Es un documento que no está lleno de detalles históricos. Toda la cronología y los detalles personales que no eran importantes son omitidos. La ambiciosa meta de convencer a la Iglesia sobre la heroicidad de las virtudes del P. Jordán y los intentos por hacer que esta luz alumbre al interior de la Iglesia, han tenido finalmente éxito. Todos los obstáculos históricos a corto plazo y los sufrimientos que el P. Jordán vivió durante tiempos tan difíciles, son ahora insignificantes y no vale la pena mencionarlos.
El Decreto no ajusta cuentas con la historia! Sólo se las ve con nuestro Fundador. Cada detalle está concentrado en él y solo en él. Va más allá de los eventos superficiales de cada día y se centra en su relación con Dios. Esta forma es realmente apropiada y de hecho es su único objetivo.
Por eso es que es un decreto conciliador que quiere dirigir la atención hacia la profundización de nuestro conocimiento sobre el P. Jordán. También nos enseña que no estamos llamados a juzgar a los demás, ni a la Iglesia, ni a sus oficiales, ni a la gente que acompañó por un tiempo al P. Fundador, o que vivió con él, ni a los cohermanos que fueron infieles u hostiles a él y ni siquiera a la Postulación y su progreso. Al reconocer el Santo Padre la heroicidad de las virtudes del Fundador, estas cosas forman parte de la historia y hoy ya no son tan importantes. El P. Jordán no fue virtuoso porque los otros no eran tan virtuosos como se esperaba. Su vida no fue ejemplar porque tuvo que caminar en medio de un mar de tormentas. Su ejemplo consisten que, durante el camino de su existencia humana incierta y peligrosa, él no fue “de poca fe”. Al contrario, él puso su mirada fija y persistente en Jesús. Su confianza en Dios creció constantemente en tamaño, en proporción a las tormentas interiores y exteriores con que las que había combatido antes. El Decreto establece qué es eterno y duradero en el P. Jordán y le pone como modelo de perfección cristiana para el pueblo que ha de venir. La Iglesia describe la perfección por medio de las nociones de amor a Dios y al prójimo, de las tres virtudes teologales y las cuatro cardinales. Esa fue la única medida con la que nuestro Fundador fue medido. Eso basta! Esa es la formula del Evangelio. Ahora su vida se puede resumir en una única palabra que Jesús utilizó en su sermón de la montaña cuando resumía las diversas formas de vida perfecta en esta sola palabra: BIENAVENTURADO. (“Bienaventurados son los pobres en el espíritu, los pacíficos, los perseguidos…” – Mateo 5,3ss).
El Decreto también muestra cómo la Divina Providencia aceptó las tormentas en la vida del P. Jordán y cómo reunió a personas inspiradas que tuvieron que luchar por su propia vocación según su estilo de vida y mediante la voluntad de Dios. Así como el Padre Jordán, ellos también escalaron los niveles de los valores cristianos. A esa gente, sin duda alguna, también pertenece el P. Buenaventura Lüthen, su primer hijo espiritual.
El Decreto nos dio paz. Estamos reconciliados.
Para obtener la veneración litúrgica del P. Jordán, estamos todavía esperando y orando que se confirme el milagro.
Este decreto no dirá la última palabra sobre el P. Jordán. Los historiadores incluso encontrarán nuevos hechos en el futuro, los hermanos en el espíritu añadirán detalles y otras personas compartirán nuevas experiencias en su vida espiritual, religiosa y apostólica según el Carisma de nuestro Fundador. Estoy agradecido con todos aquellos que como los postuladores y personas cercanas a ellos, han puesto su trabajo, su conocimiento, paciencia y sufrimientos para que llegara este día. Lo que yo pensaba y sentía que estaba lejos, finalmente llegó! Por fin! Que nuestro Venerable Padre fortalezca a cada uno de nosotros en su espíritu.
Fr. Günther Mayer, SDS