Una version original del P.Luis Munilla Salvatoriano
SEGUNDA CARTA DE JESÚS BAR JOSÉ A SU MADRE MARÍA DE NAZARET.
Querida mamá: cómo se acerca el día de la madre estoy escribiéndote nuevamente una carta para mostrarte todo mi amor y mi reconocimiento como hijo, tanto por todos los detalles de cariño que siempre me has mostrado, como por las grandes enseñanzas de vida que pude aprender de ti.
Quiero comentarte que estoy un poco emocionado, porque la semana pasada expliqué una parábola que causó gran efecto y admiración. Varias mujeres lloraban a moco tendido, parecían Magdalenas. Antes de nada quiero decir que ésta la dediqué a mi padre José, cuyo aniversario de muerte estaremos celebrando pronto, y que fue un padre tan ejemplar y excelente.
Pero a la vez quiero decirte que esta parábola también te la dedico especialmente a ti como buena madre, ya que en nuestra cultura actual no se puede hablar mucho sobre las mujeres, por eso la figura central es un padre. Me inspiré para este relato, en lo que me contaste una vez de aquel hijo que se había escapado de casa con la mitad de la herencia. Creo que he resaltado suficiente la forma egoísta e inconsciente de tal hijo que no se preocupaba nada de la familia y menos del padre ya mayor, sino sólo de divertirse y de acabar con toda su herencia. Pero lo que ha llamado la atención a la gente es que el padre estaba todos los días esperándolo y mirando desde la ventana y desde el techo para ver si regresaba su hijo y reconocerlo desde lejos. Y también, que aunque era tan atolondrado el hijo, cuando se puso a reflexionar, se recordó de lo bueno y amoroso que era su padre. Ciertamente que el propósito no era de cambiar sus sentimientos, sino bastante egoísta, pensando: ¡en la casa de mi padre podría comer mucho mejor, aunque fuera como empleado!
Pero la novedad, y ésta no la sabes, es que le he añadido un hijo a este padre, mayor que el otro, pero igualmente muy egocentrista y de esos que difícilmente aceptan correcciones, que se lo creen todo y que son bastante avaros a la vez; vamos, parecido al que te conté que se parecía a un camello que no podía pasar por el ojo de una aguja. Pues este hijo mayor, casi lo mismo, porque sólo pensaba en sí mismo, ni siquiera amaba al padre sino sólo sus bienes, consideraba toda la casa como su propiedad, y guardaba un gran rencor contra su hermano porque se había llevado parte del dinero…
Pero me queda una gran duda sobre la parábola que he contado y no sé si la gente me ha comprendido bien. Digo esto, porque Lucas le ha colocado un título extraño: «el hijo pródigo». Parece que a él, lo que más le ha llamado la atención es el hijo que se fue de casa. Pero yo lo que quería resaltar era la bondad del padre, con el cual estoy representando a mi Abba, que es a la vez padre y madre, por eso también digo que te dedico esta parábola tanto a ti como a José.
Pronto te enviaré una copia para que me des tu opinión. No lo hago ahora porque todavía no funcionan las fotocopiadoras, ni los escáneres, y los copistas estos días están en huelga porque no les pagan suficiente. Por otra parte nosotros también andamos mal de dinero para estar pagando tantas copias, porque Judas, el de la bolsa común que tenemos, siempre anda raspando la olla, de tal manera que a veces no tenemos ni para comer. El otro día se comieron las espigas de un sembrado y era sábado. ¡Casi nos metemos en un problema!
Voy a procurar pasar por casa para tu cumpleaños y te llevaré todos los materiales. Pero vete recordando a la vez algunas otras historias que tanto me sirven para anunciar el Reino de Dios y me las anotas en algún pergamino. Tú mejor que nadie sabes en qué consiste todo esto, pues diariamente dedicas mucho tiempo a la meditación y a la oración.
¡Feliz día de la madre! Seguro que lo vas a celebrar con los primos y con la familia. Yo recordándome de eso, añadí en la parábola, que el padre celebró una gran fiesta para recibir al hijo que se había escapado, y gran música para llamar la atención del hijo super-egoísta que se quedó en casa. En la parábola dejo como intriga si los dos hermanos se reconciliaron o no, ya sabes que todo lo referente al perdón es muy difícil, y varias veces ya he hablado de ello. Pero el padre que quería mucho a los dos hijos, a pesar de todos sus defectos, les hace caer en la cuenta que son hermanos, y que deben vivir como verdaderos hermanos.
Muchos besos y abrazos y también para todos los de la familia.
Tu hijo que mucho te quiere: Jesús de Nazaret.
P.D: Si sobra algo de la torta del día de la madre, me guardas un poco, ya sabes que a mí me gustan bastante los dulces que tú haces. Es más: por estas tierras todavía no he probado ninguno como los tuyos.