“No descanses hasta que todos conozcan, amen y sirvan a Jesús como Salvador.”
Con mucha alegría y gratitud quiero compartir con ustedes nuestra experiencia en las tierras guyanesas. Agradezco a Dios por haber sido llamada, escogida a participar en la plenitud manifestada en Jesucristo. El ardor misionero que impulsó a nuestros fundadores, lo recibimos también nosotros como una herencia y por eso no podemos descansar hasta que todos conozcan y sirvan a Jesús el Salvador. Vinimos a hacer presencia salvatoriana, sumando fuerzas con los Salvatorianos. Las hermanas Salvatorianas llegaron, después de haber recibido una invitación de parte de los padres, el día 16 de julio de 2001.
Siendo una de las primeras, les confieso que mi corazón latía cuando el P. Luis Munilla nos escribió un poco sobre la misión. Con entusiasmo empezamos, la hermana Lucía y yo, a arreglar nuestros papeles, pasaporte, visa, etc.
El día 15 de mayo, partimos a Bogotá, capital colombiana, para estudiar español y para conocer a nuestra compañera, la hermana Concha.
Después de la mencionada preparación, llegó por fin el día tan esperado para las tres misioneras pioneras: María Concepción Ochoa, Luzia Arioth y Luciane
Maciel. Al aterrizar en Maiquetía, nos estaba esperando el P. Luis para darnos la bienvenida con una gran sonrisa. Algunos momentos después llegaron las
hermanas Jean Shaeffer y Teresina Araujo, miembros del Generalato, para asistir a la fundación de la nueva misión salvatoriana de la rama femenina en Venezuela. A las 8 pm de la noche en punto, llegamos al aeropuerto de Puerto Ordaz.
Ahí nos estaban esperando con mucho cariño nuestros hermanos Eugenio González, José María Rodanés y Roberto. Pronto participamos de las mañanitas y en el rosario, ya que estaban celebrando las fiestas patronales de la parroquia Nuestra Señora del Carmen.
Ahí nos presentaron a la feligresía de la parroquia como las primeras misioneras Salvatorianas.
Los años han ido pasando y nosotras hemos ido integrándonos en la cultura.
Poco a poco hemos ido conociendo a cada vez más gente y nos hemos dado a conocer. Como sabemos, han pasado varias hermanas por nuestra misión, sembrando la semilla del Reino, algunas volvieron a su provincia y otras fueron enviadas a otras misiones: Luzia, Yenfacira, Concha y Edenilse. Y hay otras que mientras tanto han llegado,
para dar continuidad a esta bella misión desafiante: Joseane, Astrid y Cleonice. Yo aún estoy por aquí… son casi 10 años y les puedo decir que para
mi ha sido y sigue siendo una experiencia muy profunda, encarnada e inculturada en la vida de nuestro pueblo. Me ayudó a entender mejor la opción preferencial
de Jesucristo por los pobres. Su propuesta de vida me anima a entender cada día mejor la realidad en la que vive el pueblo del sector en el que estamos insertas. Estoy muy feliz como misionera, junto a las Comunidades Eclesiales de Base. Mi comunidad pastoral es “Sagrado Corazón de Jesús” en Trapichito. Trabajo además con las maestras, los niños y representantes en los tres Centros de Alfabetización CEAS Nueva Esperanza. Es un centro de acogida para niños y niñas de bajos recursos y muy especial para aquellos que presentan ciertos problemas de aprendizaje. En este centro no apuntamos ninguna educación especial, sino una educación liberadora.
Gracias a Dios hemos podido mantener el centro durante todos estos años con la ayuda de los padres Salvatorianos de España y AMSALA. Este año contamos con 200 alumnos, distribuidos en ocho salones en los barrios Vista al Sol, Cristóbal Colón y La Victoria. Vemos que en estos sectores hay gran falta de orientación, de amor y que muchos no tienen ni siquiera una vida digna. Por medio de nuestro centro queremos enfrentar el reto de acercarnos a las familias desajustadas, a los padres involucrados en drogas, a los que andan en la delincuencia, para que sus hijos no sigan el ejemplo de sus padres…
Todos los años, organizamos a nivel de la Parroquia, con los Salvatorianos y los laicos, una caminata por la vida. Estamos muy agradecidas por la confianza de parte del Vicariato y por la directa presencia salvatoriana en los hermanos Mario, Gilberto y Néstor y esperamos que por muchos años más la comunidad salvatoriana pueda seguir en esta misión, luchando con la gente en defensa de nuestra gente que sufre y optando por la vida.
Hna. Luciane Maciel, sords