Jordán. Una misión para nuestro tiempo

SOCIEDAD DEL DIVINO SALVADOR

PROVINCIA COLOMBIANA

Vble. P. FRANCISCO MARÍA DE LA CRUZ JORDAN

JUNIO 16

Nació pobre y humildemente, de padres indigentes, Lorenzo Jordán y Notburga Peter: En una población alemana insignificante, en el sur germano, Gurtweil, Baden.  Allí vino al mundo, alboreó la aurora de su historia, un dia como hoy, el 16 de junio de 1848.

Segundo entre tres hijos.  Al día siguiente de su nacimiento fue regenerado espiritualmente en la pila bautismal de la Iglesia parroquial con el nombre de Juan Bautista.  Su hermano mayor se llamaba Martín y el menor tuvo el nombre de Eduardo.

Dios ha hecho en él obras grandes, y todos somos testigos. La bondad de Dios felizmente realizada al dar como regalo a la Humanidad y a la Iglesia a nuestro Fundador, y con él, el carisma salvatoriano sea el motivo para seguir muy animados en la construcción del Reino de Dios, en fidelidad al Evangelio y con corazón de Salvatorianos dispuestos, decididos y muy unidos.

OFREZCAMOS COMO REGALO A NUESTRO FUNDADOR NUESTRO AMOR Y  FIDELIDAD AL CARISMA SALVATORIANO.

COMO FAMILIA SALVATORIANA SEAMOS COMO DIOS QUIERE Y LO EXPRESA EN LA VIDA DE NUESTRO PADRE FUNDADOR.

SEAMOS BENDECIDOS CON MUCHAS VOCACIONES A NUESTRA FAMILIA SALVATORIANA.

FELIZ FIESTA

164 AÑOS DE NUESTRO VBLE. PADRE FRANCISCO JORDÁN.

Seremos como él en el amor apostólico: siendo una voz profética, viviendo los valores evangélicos, animando a los laicos a vivir su compromiso bautismal, invitando y animando a las personas de todas las formas de vida a ser apóstoles.

Seremos como él en el amor universal: listos para servir a todos y en todas partes, con todas las formas y medios que la caridad de Cristo inspira, discerniendo y respondiendo valientemente a los signos de los tiempos en cada sitio y edad y proclamando a todos la salvación que apareció en Jesucristo.

Seremos como él en un amor totalmente comprometido: de manera que viviendo nuestra vida y realizando nuestras actividades apostólicas todos puedan conocer al único Dios verdadero y a Jesucristo y tengan vida en abundancia.

Seremos como él en un amor verdaderamente humano, humilde y olvidado de sí mismo: uniéndonos a los pobres en el desafío de los males contemporáneos, especialmente la injusticia social, la pobreza y la violencia en todas sus formas… y siendo uno con aquellos a quienes servimos.


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