Pastoral y defensa de los pueblos indigeneas

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En nuestra diócesis, promovido por el Departamento de Cultura y Educación del CELAM, se llevó a cabo el encuentro regional de obispos y secretarios de las instancias de los episcopados de Centro América, México y Panamá (CAMEXPA), encargados de animar y promover la pastoral en y con los pueblos originarios. Estuvieron representantes de todos los países; sólo faltaron de Honduras. Al compartir la realidad de los indígenas y de su pastoral en esta región, se resaltó lo siguiente:
Los pueblos originarios sufren exclusión, injusticia, persecución. Siguen siendo una población marginada, olvidada y oprimida. Han sido utilizados por algunos gobernantes en turno para atraer inversión. No se respetan sus derechos y tradiciones en cuanto a la propiedad y el uso de la tierra. Sus territorios son invadidos por distintas empresas y megaproyectos que solamente favorecen a pocos. Aumenta la migración hacia centros urbanos, algunos al extranjero, con la consiguiente destrucción de su identidad. Crece la toma de conciencia sobre los pueblos originarios. Hay una perspectiva de camino que hay seguir alentando, en la esperanza y en la constancia. Se valora mucho el aporte de los mártires de los pueblos originarios. Hay un gran movimiento social por la lucha y consolidación de estos pueblos. Varios Estados, en sus legislaciones, reconocen y amparan sus derechos. Hay muchos indígenas universitarios. Hace falta promover una participación más amplia de los pueblos, no sólo en la política, sino también en la pastoral.
Por parte de la Iglesia, hay un esfuerzo progresivo para acompañarlos. Existe en todas las Conferencias Episcopales interés por sistematizar en sus estructuras esta pastoral. La Iglesia es un garante de unidad de los pueblos originarios. Existen vocaciones indígenas. La reflexión teológica y pastoral de Santo Domingo y Aparecida ha aportado mucho al caminar de esta pastoral. Ha habido esfuerzos por tener seminarios inculturados. Se hacen traducciones de la Biblia y de la Liturgia a las lenguas originarias. Donde los obispos y sacerdotes se interesan sinceramente por la vida y la fe de dichos pueblos, su pastoral es orgánica y progresiva.
Faltan sacerdotes que les den un acompañamiento más sistemático y adecuado. Se diluye la pastoral indígena con la pastoral en general, en especial en los centros urbanos. Falta una formación presbiteral adecuada a la cultura de los pueblos originarios. Hay agentes de pastoral formados y comprometidos; pero son pocos los obispos, sacerdotes y agentes que optan generosamente por esta pastoral. Algunos sacerdotes indígenas no apoyan esta pastoral. Algunos no conocen los documentos de la Iglesia en relación con ella. A veces no se alza la voz profética para defender o promover los derechos de dichos pueblos.
PENSAR
Nos inspiraron mucho las palabras que dijo el Papa en su homilía aquí en San Cristóbal, el 15 de febrero pasado:
“Sus pueblos, como han reconocido los obispos de América Latina, saben relacionarse armónicamente con la naturaleza, a la que respetan como «fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano» (Aparecida, 472). Sin embargo, muchas veces, de modo sistemático y estructural, vuestros pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, sus culturas y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!, perdón hermanos. El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita a ustedes”.
ACTUAR
Hicimos estas propuestas: Luchar contra la pobreza de estos pueblos. Conocer sus idiomas y conservarlos. Fortalecer sus culturas. Formar vocaciones indígenas y presbíteros no indígenas que asuman la pastoral indígena. Continuar la traducción de la Biblia y de la Liturgia. Analizar la interculturación de los ritos y símbolos de la Iglesia y de los pueblos. Optar por una pastoral de la juventud y de la mujer. La formación sacerdotal, tanto previa como permanente, debería ser forjadora de conciencia para el reconocimiento de la identidad de los pueblos originarios. Esto mismo debería llevarse al plano de la formación permanente de los laicos.
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas


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