Domingo de la Santísima Trinidad
Lectura orante del Evangelio: Juan 16,12-15
“La vida contemplativa “ha representado siempre en la Iglesia y para la Iglesia el corazón orante, guardián de gratuidad y de rica fecundidad apostólica y ha sido testimonio visible de una misteriosa y multiforme santidad” (Vultum Dei quaerere).
‘Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora’. Nuestros ojos están puestos en Jesús. No queremos ni tenemos otro camino para ver a Dios. Él nos cuenta una historia de amor inagotable, que llena de alegría al mundo. No todo lo entendemos, porque “si lo entiendes no es Dios” (San Agustín), pero nos hace vivir. ¡Capaces de vivir la comunión con la Trinidad! ¡Saber cómo es Dios para entendernos! ¡Qué alegría! “Jesús, quiero pasar la vida escuchándote”.
‘Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena’. Entre Jesús y el Espíritu hay una continuidad total. Jesús hizo presente la verdad, y, ahora, el Espíritu guía a los creyentes a la verdad plena, que es Jesús. En la Trinidad todo es belleza, paz, armonía. ¡Qué consuelo tan grande al oír estas palabras! La verdad plena se experimenta amando sin medida. Sin el amor estamos ciegos, aunque pretendamos ser dioses. Ven, Espíritu. Llévanos a la verdad plena de Jesús.
‘Lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir’. La Trinidad, en éxodo creador, es una fiesta de comunicación, donde todo es de todos. Jesús dice lo que oye al Padre, el Espíritu dice lo que oye a Jesús, la Iglesia dice lo que le susurra el Espíritu, los pobres se alegran cuando oyen a la Iglesia el amor solidario. El Espíritu enciende lámparas de fuego en nuestra interioridad, se asoma en la fiesta de la diversidad, se hace visible en la común armonía. ¡Gracias, contemplativos/as, centinelas del misterio de Dios y del ser humano, corazón orante y misionero! Indicadnos a Aquel que es camino, verdad y vida. ”¡Oh Trinidad! Cuanto más te encuentro, más te busco. De ti jamás se puede decir: ¡basta!”
‘El me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando’. Donde está el Espíritu siempre hay vida y alegría; su esperanza nunca defrauda. Donde está el Espíritu, siempre está Jesús, está el Padre, están los pequeños de la tierra, levantados y envueltos en gloria. El Espíritu devuelve al ser humano la imagen y semejanza soñadas por el Padre, dibujadas por Jesús en las entrañas y perdidas por los caminos. Sintámonos amados por Dios; “Él está interesado en nuestra historia personal y cuida de cada uno, a partir de los más pequeños y necesitados” (Papa Francisco).Ven Espíritu. Haz de nuestra vida una casa de luz, de vida y amor, donde more la Trinidad.
‘Todo lo que tiene el Padre es mío’. El Padre se deleita con nosotros. Todo lo de Jesús es para nosotros. Dar es la alegría del Espíritu. ¡Qué abismo de generosidad, donde se renueva toda gratuidad y nuestra vida es amada por completo! Es hora de celebrar con inmenso gozo el misterio de la Trinidad, de sentir su compañía en el alma. Gloria a ti, Padre, mirada de amor con que nos miras. Gloria a ti, Jesús, música de amor para nuestra danza. Gloria a ti, Espíritu, viento que nos hace caminar.
¡FELIZ FIESTA DE LA TRINIDAD!.QUE EL AMOR DE DIOS CREADOR, SALVADOR Y CONSOLADOR HABITE EN NOSOTROS CON TODA SU RIQUEZA. Un abrazo y mi oración. Antón y Chema sds.