Pederastia, laicismo..reflexionemos

Carta del Obispo de Tánger sobre los ataques del laicismo a la Iglesia, que la acusa de
pederastia:

“En medio” colocaron a la adúltera sus acusadores. “En medio” se quedó la mujer
cuando los acusadores, uno a uno, se escabulleron, dejándola sola con Jesús. “En medio”
pusieron a la mujer, pero a quien pretendían comprometer y acusar, a quien de verdad
querían poner en medio, era a Jesús (Cfr. Jn 8,1-11).
Hoy, letrados y fariseos han colocado “en medio” al monstruo, al clérigo sorprendido en
flagrante delito de pederastia, y no lo han llevado al tribunal competente para juzgarlo
conforme a justicia, sino que se lo han llevado a su madre, a la Iglesia, lo han tirado como
basura a sus pies, para ponerla “en medio” a ella, para avergonzarla a ella, para
comprometerla y condenarla a ella.
Letrados y fariseos, gente estéril, senos que nunca han conocido la vida ni la ternura,
pretenden que una madre condene a su hijo: si no lo condena, no es justa; si lo condena, no
es madre.
Letrados y fariseos, arrogantes, soberbios e hipócritas, insisten en preguntar a la madre:
“Tú, ¿qué dices?” Preguntan como si ellos fuesen inocentes del crimen que fingen perseguir.
Y se lo pregunta a ella, a la Iglesia que, como supo y como pudo, ha intentado siempre
educar en el amor y en la virtud a sus hijos. Se lo preguntan a la madre los mismos que han
destruido a su hijo: los profetas de la revolución sexual, los que instigan a los niños a
masturbarse, los mercaderes de pornografía, los expertos del turismo sexual, los que
consideran la prostitución un trabajo y la castidad una aberración.
Hoy la Iglesia, como ayer Jesús, encara a los acusadores con la realidad de sus propias
vidas: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”.
Hoy como ayer, la Iglesia como Jesús, habrá de inclinarse para cargar con el peso de sus
hijos, con la culpa de sus hijos, con la muerte de sus hijos. Cuando se incorpore, allí, “en
medio”, estarán solos ella y sus hijos, con un dolor sin palabras y un amor sin medida.
+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger


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