La madre de Gabriela Mistral
Gabriela Mistral, chilena, maestra y poeta, una mujer de sensibilidad y de espiritualidad cristiana, apóstol de la paz y de la concordia, Premio Nobel de Literatura, vivió en constante peregrinación por las Américas y por Europa en misiones pedagógicas y diplomáticas. Fue cónsul de Chile en Madrid, Nápoles, Petrópolis (Brasil), etc. Veneraba a su madre y admiraba su fe, su humildad, su ánimo y su sonrisa.
-«Mi madre era pequeñita
como la menta o la hierba;
apenas echaba sombra
sobre las cosas, apenas;
y la Tierra la quería
por sentírsela ligera;
y porque le sonreía,
en la dicha y en la pena.»
La pequeña figura de su madre, fuerte por su fe, que le sonríe y le da ánimo, queda grabada en su corazón.
Neruda, de joven, posteriormente también Premio Nobel, conoció a Gabriela Mistral y afirma en sus Memorias: «Sus dientes blanquísimos se mostraban en una sonrisa plena y generosa que iluminaba la habitación».
La Nobel, como cristiana, escribió el poema-oración que ella rezaba todos los días:
-«En este nuevo día
que me concedes, ¡Señor!,
dame mi parte de alegría,
y haz que consiga ser mejor.
Dame Tú, el don de la salud,
la fe, el ardor la intrepidez,
séquito de la juventud;
y la cosecha de verdad,
la reflexión, la sensatez,
séquito de la ancianidad.
¡Señor dame tu alegría!»