Divorcios en España

Es para tomarse en serio lo que esta ocurriendo. Este comentario de la revista Alba nos puede hacer reflexionar y Tomar en serio el futuro de la humanidad, y de este » desaguisado de España»

• Más de un millón de divorcios en 2008 sitúan a España a la cabeza de este fracaso en la UE27
ALBA/ LUIS LOSADA PESCADOR.– En 300 años el capitalismo siempre ha superado todas las crisis: desde la Gran Depresión a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en todos los casos la demografía jugaba a favor. Por vez primera nos enfrentamos a una crisis de duda sumada a una crisis demográfica. “Que Dios nos coja confesados”, concluye Joaquín Leguina.
“No se habla del invierno demográfico porque los periodistas trabajáis en el corto”, sentencia el ex presidente de la Comunidad de Madrid y estadístico, Joaquín Leguina. ¿Y los políticos? “Los políticos hacen lo que los periodistas les dicen, ¿o es que todavía no te has enterado?”, responde. “Los políticos no priman la eficacia, sino la inmediatez; si hay más gente para el mismo pastel en lugar de plantear hacer otro pastel, concluyen que tocamos a menos”, explica la profesora de Geografía Humana de la Universidad de Navarra, Carolina Montor.
Unos por otros, la casa sin barrer. Las alarmas saltaron hace unos días tras la publicación por el INE del descenso del 5% de los nacimientos en el 2009.
¿Razón? “Mientras se hablaba de brotes verdes, los ciudadanos le estaban viendo las orejas al lobo, porque la mayoría de los nacimientos del 2009 fueron concebidos en el 2008”, responde Leguina. Y es que del 5% de caída registrada por el INE, un 4,3% obedece a una caída en el índice de fecundidad y sólo un 0,7% a la existencia de menos mujeres en edad fértil. Y por cierto: a pesar de que las extranjeras tienen un índice de natalidad un 31% superior a las nacionales, la caída de la fecundidad en el 2009 fue más acusada en ellas que entre las españolas. Más orejas al lobo porque la crisis se ha cebado de manera más aguda sobre la población inmigrante.
De persistir la crisis – escenario más que factible- es de presumir que seguirá bajando el índice de fecundidad. Un mal dato al que hay que añadir el recorte paulatino de mujeres en edad fértil como consecuencia del final del ‘baby boom’.
Las perspectivas son poco halagüeñas como reconoce el propio Zapatero. Según un estudio del INE, bajo unas premisas medianamente optimistas de incremento leve, pero persistente de la fecundidad, un incremento moderado de la esperanza de vida y un saldo neto migratorio positivo en 90.000 personas, en el 2050 habría 48 millones de personas de las que un 32% serían mayores de 65 años. Es decir, habría 3,1 personas en edad de trabajar (activos entre 20 y 65 años) por cada mayor de 65 años (pasivo) frente a un ratio de 6 existente actualmente.
No es difícil imaginar un escenario más pesimista. Según el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordoñez, las personas que estén naciendo hoy tendrán una esperanza de vida de 100 años. Pero es que además, España ya está teniendo saldos migratorios negativos. Y pensar que la fecundidad va a remontar resulta un tanto utópico.
Pero asumamos por un momento el ‘optimismo antropológico’ de Zapatero. Imaginemos que el índice de fecundidad remonta y recuperamos el 2,1%, que es la tasa de reposición poblacional. En tal caso, según los cálculos de Leguina, el índice de envejecimiento descendería del 32 al 30% y en lugar de tener 3,1 activos por pasivo tendríamos 3,1 al 3,3. No es mucho. Supongamos ahora que además, el saldo migratorio no es de 90.000 personas anuales sino de 180.000. La tasa de envejecimiento pasaría al 29% y el ratio activos/pasivos seria de 3,4. “Que Dios nos coja confesados”, concluye Leguina.
El problema comienza en 1977, fecha en la que comienza a caer la natalidad. “Si hubiéramos mantenido la misma cifra de nacimientos que en 1976 hoy tendríamos cerca de 7 millones de españoles menores de 33 años”, señala el consultor Alejandro Macarrón. Es decir, nos faltan 7 millones de personas en edad de comprarse una casa, consumir, casarse, tener hijos, pagar impuestos, etc. Aún así, seguiríamos teniendo una pirámide rectangular en su base, en lugar del decrecimiento actual. “Necesitamos gente; la gente es vida, crecimiento, etc”, concluye la profesora del Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Navarra, Carolina Montor.
Para tener una verdadera pirámide –más ancha por la base que en la pirámide- necesitaríamos 12,5 millones de personas menores de 30 años, señala Macarrón. ¿Y la inmigración? “Empeora el problema porque llega en edades adultas y no siempre reunifica a su familia ni tiene los hijos que tenía en su país de origen”, apunta el experto.
“Hace falta un cambio de chip que pase por la natalidad”, concluye el presidente del Instituto de Política Familiar (IPF), Eduardo Hertfelder. “No existen verdaderas políticas de conciliación ni de ayuda a la familia”, lamenta. ¿La evidencia? El fracaso del cheque-bebé. Un instrumento que según Leguina surgió del Departamento de Ideas Geniales (DIG). Es decir, de la improvisación de Zapatero. “Cuando se aprobó ya dijimos que lo importante no era la ayuda inicial sino la permanente: la universalización de la ayuda por hijo a cargo”, añade Hertfelder.
“Las ayudas a las familias numerosas son de chiste; a nivel político no hay que despistarse y seguir insistiendo”, agrega Montor. ¿Por ejemplo? La profesora de la Universidad de Navarra propone que el ministerio de Igualdad haga “campañas potentes” en pro de maternidad. “Al final, es lo que va calando; se hacen campañas contra el tabaco o para alertar de la violencia doméstica; ¿por qué no a favor de la maternidad?”. ¿Por ejemplo? Montor le ofrece a Aído varios lemas. Por ejemplo, “Tener hijos te mantiene joven” o “Tener hijos nos hace más fuertes”. Incluso “Ser madre es ser vital”. De nada.
¿Es todo un problema de ayudas? Hertfelder sostiene que es necesario un planteamiento global: cultural, jurídico y político. “Tener un hijo es considerado como una carga y si tienes más de uno te critican que te hayas pasado”, lamenta el presidente del IPF.
La realidad española –pero también europea- es que tenemos menos hijos de los que nos gustaría tener. Un estudio de la Comisión Europea concluye que el factor determinante es la ausencia de seguridad. “Ahora tengo trabajo, pero mañana puedo no tenerlo; ahora estoy con esta pareja, pero mañana quizás no”, explican el informe.
La realidad es que hemos fracasado y no hemos sido capaces de que la gente cumpla con su sueño vital de reproducirse y tener descendencia. La razón –explica Montor- es que no existe una verdadera libertad a la hora de elegir la maternidad. “Es verdad que el contexto legislativo es muy favorable, pero no el cultural; en el trabajo te miran mal, la cultura laboral no apoya”. No sólo eso sino que la elección de quedarse al cuidado de los hijos es socialmente denostada. “El valor del trabajo fuera de casa está ensalzado y sin embargo está minusvalorado el trabajo en casa; no existe una verdadera opción”, concluye Montor.
¿Solución? “La maternidad y la paternidad es una opción personal que hay que respetar”. ¿No le parece que habría que ponderar y aplaudir a quien asume un sacrificio personal que tiene beneficios colectivos? “Me conformo con que se respete”, responde Montor. Y que se promocione. Con publicidad institucional, pero también en el ámbito educativo. Una reciente encuesta entre jóvenes alemanes revelaba que los jóvenes no quieren tener hijos. “Llevan más décadas que nosotros con baja natalidad y no tienen hermanos, ni primos ni vecinos; no tienen coetáneos”, lamenta Montor. “Si vienes de un ambiente de babyboomer es más fácil que el patrón se repita”, añade.
La experta reclama más ayudas. “Si no te dan al menos que no te quiten”. Es decir, mejorar la fiscalidad. “Hay que avanzar hacia un IRPF que pondere de verdad la capacidad contributiva, que perfeccione los mínimos vitales porque es evidente que un soltero tiene mucha más capacidad que un contribuyente con hijos a cargo”, señala José Ignacio Chércoles, asesor fiscal y padre de familia numerosa. Por lo mismo, hay que ponderar el voto de los padres respecto de los solteros. Es decir, “avanzar hacia una democracia verdaderamente universal, donde el voto de los niños sea ejercido por sus padres”, explica Montor. Una revolución frente a un “suicidio demográfico”, en terminología vaticana.


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