Al igual que en La Razón en España, numerosos fragmentos del nuevo libro del Papa Francisco, «El nombre de Dios es misericordia», que se presenta el martes, ocuparon este domingo las páginas de cuatro de los diarios más importantes de Italia, esto es,«Avvenire», «La Stampa», «La Repubblica» y «Corriere della Sera». A ellos hay que añadir la revista de información religiosa «Vida Nueva», que incluye en su próximo número otro extracto.
En todos ellos domina sobre todo la palabra principal del título del libro: «Misericordia».«Jesús ha dicho que no vino para los justos, sino para los pecadores. No vino para los sanos, que no necesitan médico, sino para los enfermos. Por eso se puede decir que la misericordia es el carné de Dios. Dios de misericordia, Dios misericordioso. Para mí, este es el carné de identidad de nuestro Dios».
«Condena el pecado porque debe decir la verdad»
En otro de los fragmentos que se conocieron ayer, el Papa se refiere al complejo del hijo mayor de la parábola del hijo pródigo y ante la pregunta del vaticanista con el que conversa, Andrea Tornielli, responde: «La Iglesia condena el pecado porque debe decir la verdad. Dice: ‘‘Esto es pecado’’. Pero al mismo tiempo abraza al pecador que se reconoce como tal, se acerca a él, le habla de la misericordia infinita de Dios». Francisco añade que ningún pecado, «por muy grave que sea, puede prevalecer sobre la misericordia o limitarla».
En otro pasaje, ahonda en la idea de la misericordia como gran tarea de la Iglesia, que «está llamada a difundir la misericordia del Señor sobre todos aquellos que se reconocen pecadores, responsables del mal realizado, que se sienten necesitados de perdón. La Iglesia no está en el mundo para condenar, sino para permitir el encuentro con ese amorvisceral que es la misericordia de Dios».
¿Y cómo se lleva a cabo esta misión? El Pontífice argentino da las claves, en sintonía con lo que viene predicando desde que accedió a la sede de Pedro: «Lo repito a menudo, hace falta salir». Una Iglesia en salida para «ir a buscar a las personas allí donde viven, donde sufren, donde esperan».
Y añade: «El hospital de campo, la imagen con la que me gusta describir la Iglesia emergente, tiene la característica de aparecer allí donde se combate: no es la estructura sólida, dotada de todo, donde vamos a curaros las pequeñas y las grandes enfermedades.Es una estructura móvil, de primeros auxilios, de emergencia, para evitar que los combatientes mueran. Se practica la medicina de urgencia, no se hacen «check-up» especializados. Espero que el Jubileo extraordinario haga emerger más aún el rostro de una Iglesia que descubre las vísceras maternas de la misericordia y que sale al encuentro de los muchos heridos que necesitan atención, comprensión, perdón y amor».