Queridos hermanos y hermanas:
El DOMUND hace referencia a la misión. Nos convoca a todos los cristianos a ser misioneros allí donde estemos. Ser misioneros significa ser evangelizadores. ¿Qué entendemos por evangelizar? Nuestra experiencia misionera en América Latina nos ha enseñado que evangelizar es humanizar este mundo. Porque el mensaje de Jesús se centra en el reino de Dios, que es una Buena Noticia de liberación, una nueva forma de vivir basada en la justicia, en el compartir comunitario, en la opción por los pobres y marginados, en la fraternidad con todos los seres humanos sin distinción de nacionalidad, raza, credo religioso o clase social; en la reconciliación y el cuidado de la naturaleza, obra de Dios y casa de los hombres.
Hoy se cumple un año del asesinato de un gran amigo nuestro y destacado catequista, Víctor Gálvez, padre de familia, originario de Malacatán, San Marcos (Guatemala). Fue colaborador de Fernando en el Programa de Derechos Humanos del Obispado y alumno en el Diplomado de Teología en la Universidad Landívar. Desde su fe se comprometió en la defensa de los derechos humanos y en la defensa de los recursos naturales frente a la explotación de las multinacionales mineras y eléctricas. Abrió una oficina en su pueblo de Malacatán para atender las quejas de la gente. En junio del año pasado fue secuestrado, y después de ser torturado lo dejaron libre, diciéndole: “Retírese de todo esto”. A lo cual él respondió: “Si Cristo fue perseguido y muerto por proclamar la justicia y defender a los
pobres, yo también estoy dispuesto a ello”. El 24 de octubre de 2009, a la salida de la oficina en Malacatán, fue asesinado, recibiendo más de 20 impactos de bala. Víctor Gálvez, creyente en Jesús, comprometido con la justicia, junto con todos los mártires de América Latina, sigue vivo hoy entre nosotros, cuya memoria celebramos en esta jornada del DOMUND. La sangre de los mártires, derramada por la causa de Jesús y de la justicia, nos interpela y nos llama a tomarnos en serio el compromiso por otro mundo posible, más justo y humano, signo del Reino.
Es hora de soñar y de actuar, conscientes de que el modelo de sociedad que deseamos comienza por pequeñas realidades, por pequeñas acciones bien hechas, sobre todo al servicio de la gente más necesitada, y articuladas en red: de abajo arriba y de dentro afuera, con la esperanza de que “habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra que diga libertad”, que diga amor y paz entre todos los hombres y mujeres. No estamos solos. El Espíritu de Dios nos acompaña.
Sus hermanos
Maricarmen y Fernando Bermúdez