Joven deportista dejó estrellato de Vancouver 2010, por la vocación religiosa
VANCOUVER, 17 Feb.
En 1998 en los Juegos Olímpicos de Nagano, en Japón, una velocista estadounidense de 17 años, deslumbró al mundo del deporte. Más de uno se atrevió a pronosticar una carrera de éxito para Kirstin Holum y un futuro prometedor que habría llegado a su clímax en los Juegos Olímpicos de Invierno Vancouver 2010. Dios tenía otros planes para ella que decidió dejarlo todo y convertirse en religiosa.
En 1998 Holum quedó sexta en la competición de velocidad en tres mil metros; es una disciplina dominada por atletas de alrededor de los 30 años. En aquella oportunidad la ganadora de la medalla de oro fue la alemana, Gunda Niemann-Stirnemann, de 32. Por eso se esperaba que los juegos de Vancouver 2010 fuesen el momento cúspide en la carrera de Kirstin.
Aprendió a patinar con su madre, Dianne Holum que en las olimpiadas de 1972, ganó medalla de oro y fue entrenadora de Eric Heiden, ganador de cinco medallas de oro en los juegos olímpicos de invierno. Kirstin Holum, ahora, hermana Catherine, comenta: «el patinaje de velocidad era una inmensa parte de mi vida. Me encantaba el deporte, pero tuve esta llamada increíblemente fuerte que me decía que era tiempo de seguir por un camino distinto en la vida».
La hermana Catherine cuenta: fue en una visita al Santuario de Fátima donde decidí consagrar mi vida a Dios. «Es curioso ver cómo ha cambiado mi vida. Tuve el maravilloso privilegio de competir en una olimpiada, y ahora me siento bendecida sirviendo a Dios y a aquellos menos afortunados».
Luego de completar sus estudios en arte, incluyendo una tesis sobre las Olimpiadas en el Instituto de Arte de Chicago, Holum se unió a las Hermanas Franciscanas de la Renovación, que se dedican a «trabajar con los pobres, los indigentes y por la evangelización».
La hermana Catherine comenzó su servicio en el Bronx, en Nueva York y después pasó a Leeds, Inglaterra, al convento de Saint Joseph.
«Cuando doy mi testimonio es divertido ver la reacción de los muchachos, al decirles que estuve en una Olimpiada»; «sus ojos se abren mucho y ponen más atención. Es muy bueno compartir con ellos».
«Es bueno que la gente sepa que, los miembros de una orden religiosa, pueden llegar de cualquier contexto o forma de vida. Al final todo es cuestión del compromiso con el mensaje» del Evangelio, añade la hermana Catherine.
Pese al tiempo pasado, el mundo del patinaje no olvida la gran atleta que fue, la ahora hermana Catherine. Shani Davis y Tucker Fredricks, que compiten por Estados Unidos en Vancouver 2010, y crecieron entrenando de juveniles con Holum, la recuerdan con aprecio. «Les deseo lo mejor y espero que les vaya muy bien» dijo.
«No me resulta fácil pensar que las cosas pudieron haber sido diferentes para mí y que pude haber participado de otras Olimpiadas, pero definitivamente no era el camino del Señor para mí, y no me arrepiento para nada del que tomé», concluye.