El pasado sábado 14 de septiembre fue enterrada en la ciudad italiana de Bérgamo, la médico Eleonora Cantamessa en medio de escenas de dolor, mensajes de gratitud y reconocimientos públicos. Nada excepcional, ¿o sí? ¿Quién es esta profesional que ha acaparado los titulares de los medios de comunicación en los últimos días en Italia y en el mundo? ¿Por qué hasta el papa Francisco le envió un mensaje a sus familiares…?
Dicen los testigos que su vida fue extraordinaria cuando ejercía su profesión de ginecóloga, atendiendo con una alegría cristiana que atraía a las madres de diversas nacionalidades, dado que en su ciudad vive un gran de número de migrantes. Cuentan que para todas tenía una palabra de amor, las alentaba en su embarazo y les transmitía seguridad para continuar con sus nueve meses, aún frente a condiciones adversas como es lo típico en la vida de los sin patria.
Una noche más
Fue así que, con el corazón generoso que ya se le conocía, la doctora detuvo su coche al advertir que cuatro sujetos extranjeros habían atacado a un connacional, dejándolo abandonado en medio de la calle. Eran indios todos y parecía un ajuste de cuentas, sin embargo para ella era un herido, no importaba su nacionalidad o que no fuera de los suyos; no fue indiferente y lo atendió.
En medio de los primeros auxilios, el llanto y la confusión de la noche, la doctora escuchó de repente un ruido cerca al oído: eran unos neumáticos que aceleraban sobre el pavimento con tanta violencia que solo esperó el impacto… Eran los asesinos, quienes con el fin de que no auxiliara al moribundo, embistieron el coche del delito contra ella y la víctima, matándolos de forma instantánea.
No la dejaron que vende sus heridas ni que le eche aceites, tampoco pudo llevarlo a una posada para que se recupere y dejar pagado los gastos… Pero sí permitió leer una página del evangelio a muchísimos a través de tal gesto de amor.
La buena samaritana
Durante la misa de cuerpo presente celebrada por el párroco de Trescore, se destacó el testimonio de Eleonora, se le agradeció por el ejemplo de vida que dio a todos y sin dudarlo han empezado a llamarla «la doctora ángel».
Otros no han podido decir nada, quizás por temor, quizás por la conmoción. Un grupo de ellos han sido los representantes de la comunidad india que en un gran número vive en Bérgamo; estos, en silencio y con las manos en la cara en típico gesto de dolor, tomaban distancia de la barbarie.
El hospital Santa Ana al que pertenecía la profesional, quiere darle un homenaje mediante la asignación de una sala quirúrgica o un piso de consultorios con su nombre, para recordarles a todos lo que ha dado al mundo dicho nosocomio.
Pero el mensaje que más resonó en el templo y en los medios de comunicación fue el del papa Francisco. Presuroso como es él, envió un mensaje al obispo de Brescia a través de la Secretaría de Estado mediante el cual «da gracias a Dios por el testimonio de caridad cristiana de la difunta Eleonora».
Destacó el santo padre el estilo de vida de la médico, quien «ponía a disposición su propia profesión al servicio de tantas personas necesitadas».
Y ha querido reconocer en ella, para ejemplo de todos, a una persona que «ha concluido su vida terrena cumpliendo el gesto del Buen Samaritano». Desde ahora, será más fácil hablar nuevamente de amor en Bérgamo…