Christian de Chergé, Homilía de la fiesta de la Cruz gloriosa, 14 de septiembre 1993 (Mártir del monasterio de Tibhirine, Argelia)
La Cruz
La dignidad del hombre es ser una cruz, como lo constata San Bernardo, (4º Sermón de la Vigilia de Navidad ) porque el hombre tiene forma de cruz, es cruciforme: “Que extienda las manos –dice Bernardo -y eso será evidente.” Ahí comienza su gloria. Ahí comienza la cruz gloriosa. Desde la creación del hombre a imagen de Dios.
¿Y si habláramos de la cruz? Me preguntaba últimamente uno de nuestros amigos sufís, en el coche que nos conducía a los dos a Marruecos. Él iba allí para hacer un retiro con nuestros hermanos de Fez. ¿…Y si habláramos de la cruz?
¿Cuál? Le pregunté.
La cruz de Cristo
Sí ¿pero cual. ¿Cuando contemplas una imagen de Jesús en la cruz, cuantas cruces ves?
Dudaba…
Quizás tres…ciertamente dos. La de delante y la de atrás.
Y… ¿Cuál es la que viene de Dios?
La de delante, me dijo.
Y ¿Cuál la que viene de los hombres?
La de atrás…
¿Cuál es la más antigua?
La de delante…La que los hombres no han podido inventar porque es Dios quien la creó primero.
Y ¿Cuál es el sentido de la cruz de delante, de ese hombre con las manos extendidas?
Cuando abro los brazos, me decía, es para abrazar, para amar.
¿Y la otra…?
Es el instrumento del amor disfrazado, desfigurado, del odio que ha paralizado en la muerte el gesto de la vida.
El amigo sufí dijo “quizás tres…”, ¿la tercera cruz no era yo, no era él en ese esfuerzo que nos portaba al uno y al otro, a abandonar la cruz de atrás, para adherirnos a la de delante, a la del amor que vence.
Hermanos y hermanas, sabemos que el pasar de una cruz a la otra, es nuestro vía crucis y al mismo tiempo el camino hacia la gloria, porque a través de él, Jesús nos conduce con él hacia el Padre que nos espera a todos con los brazos abiertos.
Christian de Chergé, monje de Tibhirine
Homilía de la fiesta de la Cruz gloriosa, 14 de septiembre 1993