No me cabe duda que hace falta más estos estilos de vida religiosa, y TESTIMONIOS DE VIDA EVANGELICA, que…apostolados de mantenimiento?… El Espíritu Va por delante, nos espera en Galilea,, allí le veremos a Jesús en el rostro de los » descartados».
VIDA RELIGIOSA
EN EL MUNDO RURAL
Mayo 2016
Parábola de una VR inserta en el mundo rural
El sol que contemplaba tras las cumbres de las montañas me desvió de paisaje. Su luz dorada se reflejó sobre un fondo rojo de vivas amapolas. Vi que algo se movía. Era una mujer. Una mujer encorvada se ponía de pie, en el surco de la tierra. Y la mujer era bella. El sol se posó en su rostro, y ella sonreía. El paisaje estaba florido.
Su nombre es Rut, experta en sembrados y recolección de frutos. Siembra con ternura y cosecha con alegría. Todos pueden comer de sus frutos. Podría trabajar en un despacho, ya que forma parte del Colegio de Abogados. Pero ha optado por ser jornalera-temporera. Una obrera más entre la gente del pueblo.
Con sus compañeras María José y Noemí forman una auténtica comunidad de vida. Participan de un mismo sentir y de un mismo proyecto de vida, aunque desde actividades diferentes. Su vivienda es la más sencilla del pueblo. Ni siquiera tienen capilla. El lugar de oración es la casa de todos: la Iglesia parroquial. Pero Rut sabe pasar de los sagrarios de oro a los sagrarios humanos. La gente no le es indiferente. Su convento es la calle. Celebra y vive la gratuidad con las personas que encuentra en su camino. Una mujer llena de vida, de ilusión, por compartir Vida Abundante.
Vive abierta a las sorpresas de Dios, que no la cita precisamente siempre en el templo, sino en la plaza pública, en la calle, en los campos de la siega, allí, donde se está jugando la vida de la gente, la justicia, el pan, la dignidad de las personas.
Rut, a ritmo de buena marcha, está aprendiendo a armonizar cómo ser política sin dejar el arte de la mística; cómo movilizar a la gente en defensa de sus derechos, y cómo ser la providencia de Dios para este pueblo. Está convencida de que los derechos de los pobres son los derechos de Dios: “tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios” (Rt 1, 16).
Su compromiso laboral la impide asistir a las jornadas y congresos de Teología, que frecuentemente organizan las congregaciones religiosas. Ella vive los congresos “tierra adentro”, desde un colectivo de trabajadores sin tierra y sin posibilidad de encontrar trabajo. Como jornalera y obrera, sin empleo fijo. Con la casa a cuestas, sin vivienda fija, sin jornal seguro, como los hombres y mujeres de su pueblo.
No vive de privilegios y exenciones. Su mirada crítica la hace intuir las trampas que se esconden en las aparentes “gestiones solidarias”. Prefiere vivir su pobreza trabajando de jornalera, por opción, antes que acogerse a las fáciles y engañosas subvenciones.
Conoce de cerca la explotación y el sometimiento de este tipo de trabajadores. La falta de contratos y la precariedad laboral obligan a Rut a formar parte de los sindicatos. Defenderá sus derechos, para que la voz de sus compañeros y compañeras se haga oír, pero desde ellos mismos.
A Rut, siempre le han preocupado los “nadies”, los que nada tienen: ni propiedad, ni defensa, ni publicidad. Está cerca de ellos. Y los mira con admiración. Pero no se cubre bajo su manto para justificar su existencia. No teoriza, ni da conferencias sobre ellos, más bien, escucha las voces del silencio y entra descalza en su terreno, sin hacer ruido, porque sabe que son “tierra sagrada”, Palabra del Dios viviente.
Cuando la preguntan: “Rut, ¿qué haces?, ¿a qué te dedicas?”, responde con una sonrisa irónica: “¡a ser buena vecina!”. Sin más. La sale del alma. Vive la solidaridad como estilo de vida, desde lo cotidiano de sus días. Para ella es importante crear “una conciencia de solidaridad y justicia en la humanidad”, y esto va más allá de “hacer cosas”. Esta conciencia pasa en ella por una determinada forma de vivir. Y lo vive. Pero de forma natural y espontánea. No se pone en el escaparate, para que la vean cuando pasa, ni argumenta su bien hacer.
Es más, los humildes y sencillos son sus maestros de Evangelio. Tanto aprende de ellos, que habitualmente hay gente sentada en su mesa. La casa de Rut, María José y Noemí, es casa de todos, casa de encuentro y amistad. Rut ama a la gente sin esfuerzo. Sus amigos, que son muchos, la quieren de verdad. Tiene la manía de hacer agradable la vida a quien se encuentra con ella. Y disfruta del encuentro.
Y allá va Rut, campeando con su Suzuki Santana 4×4. Las Campanas tocan a fiesta y celebración del domingo y todo el pueblo se congrega en torno a la Palabra. Celebran gozosos que la Misericordia de Dios habita en medio de su pueblo. Nadie se queda en casa. A todos les encantan “las Misas de Rut”.
Amiga Rut, mujer fecunda y repleta de espigas granadas.
TU NOMBRE VERDADERO ES “PUEBLO”. Eres humanidad. Quien quiera buscarte te encontrará en la tierra, en la lucha, en la movida popular. Eres tierna y eres guerrera. Eres todo lo que hay de bueno y de cielo. Eres sencillamente, mujer.
DIOS TE SALVE, MUJER, IMAGEN FEMENINA DE DIOS. Levántate y resplandece. Ponte en pie, en el surco de la tierra. Mira, ya ha pasado el invierno y aparecen las flores en el campo. Tu luz brilla en la historia, aunque intenten ocultar tu resplandor.
BEBE DE TU MANANTIAL. ¿Qué agua llevará tu cántaro, que hasta Dios mismo te pidió de beber? Sé tú misma. Defiende tus derechos de persona y mujer. Mira en torno tuyo. La gente espera de ti. No les defraudes.
BENDITA SEAS, MUJER. El pueblo te necesita viviendo como el pueblo. Que siga tu puerta abierta y gente sentada adentro.
Una parábola que se hace real
Si la misión de CONFER es la animación a la Vida Religiosa, el día 12 de marzo, Justa del Sol Hernando, desde el Área Justicia y Solidaridad, se acercó hasta Zamora, a fin de valorar y apoyar la misión que desempeña la Vida Religiosa que vive en los pueblos. Fue un encuentro entrañable con las religiosas que trabajan en la pastoral rural. El ambiente sencillo y acogedor permitió enriquecernos de la experiencia que fueron narrando cada una de las comunidades religiosas que tienen la suerte de vivir la inserción en el pueblo.
Hace más de 15 años que varias congregaciones se sumaron a esta feliz aventura misionera. Dejaron colegios para vivir en pequeñas comunidades, como una familia más del pueblo; renunciaron a la “vida cómoda”, con tantos recursos que proporciona la gran ciudad… Viven la espiritualidad del encuentro, acompañando la soledad, visitando familias, favoreciendo la dignidad y diciendo “¡no!” al “descarte de personas mayores”, como señala el Papa Francisco. ¡Cuánta profecía hay en su estilo de vida!
Liderazgo espiritual “con nombre de mujer”.
Viven organizadas y forman parte del Grupo Rural Misionero a nivel diocesano y regional de Castilla y León. Su implicación sigue siendo un reto, tanto para ellas como para el conjunto de la Vida Religiosa, y más en estos últimos tiempos, cuando observan con tristeza la disminución de recursos por parte de la Administración. Reducción de servicios médicos, poco y nada transporte público, y más aún, la ausencia de sacerdotes en los pueblos. Pero “dentro del mundo rural sí hay Salvación”. Ahora más que nunca estas religiosas desean permanecer al lado de la gente y de los pueblos, y con fe esperanzada confiesan el credo de Rut y Noemí: “tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios” (Rt 1, 16).
¡Bienaventuradas vosotras, misioneras de la Misericordia! ¡Dichosas vosotras por sembrar amor en los campos de la vida! Vuestra cosecha será abundante y disfrutaréis también de “amoris laetitia” (la alegría del amor)