Hoy, 18 de Octubre he sido invitado a participar en la liturgia Ortodoxa Rusa. La Basílica dedicada a la Santísima Trinidad, esta ubicada a 15 minutos , de la Puerta Nueva, detrás de la Alcaldía de Jerusalén., en el barrio Ruso, donde tienen un monasterio de 12 monjas, y 20 monjes, la mayoría sacerdotes.
La hermana Helena, alumna del Studium Biblicum Franciscanum SBF, que sabe algo de español, me acompañó durante toda la celebración, comentándome los ritos y las lecturas que se proclamaban en ese día. El ambiente de silencio y de recogimiento, llena el corazón y te prepara para un “encuentro con el Señor”.
La celebración comenzaba a las 8 de la mañana, pero antes, las personas que desean reconciliarse se acercan al sacerdote en un lugar especial, y realizan un acto penitencial comunitario unas oraciones, que ayuda a preparar la celebración. Hay que decir que la mayoría de las personas permanecen de pie toda la celebración, que duró una hora y media, aproximadamente.
El coro, de angelitos, responde a las invocaciones del que preside, y cantan los momentos especiales de la celebración. Comenzaban con un canto de aclamación al Señor, mientras se inciensa el Altar y los libros sagrados. A continuación el Kirie, para pedir perdón por nuestros pecados y por los pecados de toda la humanidad y de todos los fieles, vivos y difuntos. Es el Señor Ten piedad de nosotros. Se inciensan los “libros sagrados” y comienzan las lecturas: Del AT, del NT y de los Santos Padres. Luego se proclama el evangelio cantado. Luc 6(36-38). Vale la pena leerlo, pues me llegó a mi personalmente a vivir en la misericordia de Dios, a no juzgar, a perdonar de corazón, y a tratar a los demás, como tú quieres que te traten.
Regla de Oro del evangelio, que si supiéramos vivir con autenticidad, cuantas cosas cambiarían a nuestro alrededor. Por ello, después de las lecturas hay peticiones al Señor, a su espíritu, para que llene nuestras vidas con la luz de su Palabra y nos ayude en nuestro caminar de cada día. Se pide por las Iglesias, por sus pastores, por los fieles, por los alejados, por los pecadores, por la Paz y el bienestar de la nación, por los bienhechores y amigos, por toda la humanidad sufriente. Mientras se canta y se inciensa el lugar y se van haciendo inclinaciones y bendiciones y se van acercando con las Ofrendas del Pan y el Vino, tapados con un paño y presentadas al pueblo de Dios que se llevan luego al altar. Se inciensa y se ofrecen al Señor y se canta el Santo.
El momento de la consagración reviste todo un misterio de silencio y contemplación, pidiéndole al Señor que descienda sobre esos dones y sobre nosotros para que nos alimente y bendiga, nos de las fuerzas que necesitamos en nuestro camino y descienda sobre esos dones la Fuerza de su Espíritu. Se realizan varios ritos con el paño que cubren los cálices, y luego se proclamas las Palabras de la consagración. Después con cantos y oraciones se llega al Padre Nuestro. Se dan la Paz y el saludo de bendición y se acercan a recibir la comunión, padres y niños, todos reciben al Señor con una cucharilla, donde está el Pan y el vino y se deposita con delicadeza en la boca. Cantos, momentos de silencio e interiorización y bendición Final. Luego nos acercamos todos al sacerdote, que durante 15 minutos da una Homilía y los consejos del Señor para que los podamos vivir durante la semana.
De todos nuestros hermanos en la Fe en Jesucristo, y con un amor profundo a Nuestra Madre de Todos, la Teothokos, podemos aprender.
Nos une una misma Fe, un solo Bautismo, Un solo Dios y Padre de todos. Que nos una también el amor y la solidaridad en la lucha por la Justicia, haciendo presente el Reino.
Un abrazo
Chema sds.