Salvatorianos… Un arca de Noe

Asi fué como le dijeron a Nuestro Fundador: Que lo que él quería era formar un Arca de Noe… apostolica… bueno por ahi andamos, que sea de verdad un centro de Buenas Noticias, las de JESUS EL SALVADOR Y LIBERADOR DE TANTAS esclavitudes, exclusiones y babosadas en las que vivimos. Que sea la acogida, la inclusión, la ternura y la compasión con los últimos y descubran al Dios de Jesús en la alegría, la ternura y el amor hacia los últimos.
Un abrazo Chema sds.

El edificio de Madre de Dios acoge más de 40 asociaciones

Hay empresas que pagan sus alquileres, pero también van grupos de actividades y procedencias variadas
Cuando los Salvatorianos llegaron a la calle Madre de Dios aún se decía ‘Madre de Dios, qué calle’ porque era un barrizal, recuerda su superior, Fernando López. Allá por 1956 unos salvatorianos alemanes compraron la huerta de Santa Juliana y en 1958 llegaron sus primeros alumnos, cuya misión iba a ser convertirse en misioneros en América Latina. Nuestro interlocutor no vino mucho después, en 1961, cuando aún era poco más que un niño y también le tocó trabajar, en su caso, en Venezuela durante 23 años. Rememora que la huerta iba hasta donde hoy se levanta Riojafórum y que contaba con un buen número de frutales. La reconversión urbanística de la zona dejó Salvatorianos con 20.000 metros cuadrados entre Madre de Dios y el Paseo del Prior y con un edificio de 10.500 en baja más tres alturas, además de un sótano. Las instalaciones dejaron de ser seminario en 1996 y, desde entonces, han tenido muchas funciones. A diario viven allí dos sacerdotes y dos hermanos salvatorianos y en un ala del inmueble se alojan también cinco siervas de Jesús Sacerdote. Sigue siendo Centro Hispanoamericano porque desde aquí se coordina la ONG Amsala, que quiere preparar a jóvenes laicos para participar en experiencias misioneras.
«Pero es un edificio muy grande al que hay que darle una utilidad», indica Fernando López. Y se le da. Hay instalaciones alquiladas a empresas. La cocina, por ejemplo, la utiliza la firma de catering Seral. Dos medios de comunicación también tienen su sede allí. Y hay una residencia universitaria y unas pistas de pádel, que nacieron como aliciente para la residencia y que luego se han alquilado de forma separada. «De aquí salen los ingresos para mantener el inmueble y para enviar el sobrante a misiones», cuenta el superior.
Aún así, queda mucho sitio que se reparte entre cerca de cuarenta colectivos de lo más variados. «Algunos acuden todos los días; otros, una vez a la semana», refiere el salvatoriano. Proyecto Hombre desarrolla allí algunos programas. La capilla la emplea la iglesia ortodoxa que, a diario, tiene sus actividades y que los fines de semana se llena.
En el sótano se instalan los grupos que van a practicar bailes y danzas. Y hay unos cuantos. Desde los de Villavelayo a los de Viniegra, pero también los del flamenco o los mejicanos. Se toca música latinoamericana y otra de la mano de un grupo islámico. Escaleras arriba se colocan los que meditan. Y también hay grupos. Todo el día.
La asociación paquistaní, la senegalesa (los congoleños se han dispersado a cuenta de la crisis)… han encontrado allí un hueco. Y numerosos inmigrantes se reúnen los domingos, los más pequeños para practicar y no olvidar la lengua del país de origen de sus padres, y los mayores para rodar el español.
Un espacio dispone de habitaciones por si es preciso acoger a algún preso de permiso que no tiene otro lugar al que ir. O llegan a veces, de la mano del Ayuntamiento, mujeres con problemas de maltrato. Estos días se queda también un grupo de alemanas que está de intercambio con gente del IES Sagasta. «Somos abiertos. Y si se puede prestar servicio…», remata Fernando López.


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