Tras muchos años (desde 1983) de trabajo salvatoriano en los barrios de San Félix y con muchos campos abiertos en los numerosos barrios de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, los contactos y llamamientos hechos a nuestras Hermanas de Colombia y Brasil dieron sus frutos y llegó en el año 2001 el momento de su llegada a una misión conjunta.
Yo era en ese entonces el superior de la comunidad salvatoriana y recuerdo que no quisimos predisponer ni preparar nada, sino que fuesen ellas mismas las que cuando estuviesen en San Félix eligiesen el lugar donde vivir y los apostolados a realizar. Las posibilidades para ambas cosas eran varias.
No tuve la suerte de poder recibir personalmente a las Hermanas cuando llegaron, pues me encontraba de vacaciones en España. Sin embargo el veleidoso destino quiso que
las conociese y saludase personalmente antes de su llegada a Venezuela. El avión de Avianca que a mediados del mes de julio me llevaba de Caracas a Madrid (vía Bogota)
se averió y perdimos la conexión, lo que nos obligó a permanecer 24 horas en la capital colombiana. En seguida me puse en contacto con la Hna. Concha Ochoa, a quien yo conocía de su tiempo de estudios en Madrid, y ésta me llevó inmediatamente a la Casa Provincial de la Hermanas en Bogotá donde conocí a las otras dos Hermanas de Brasil,
Lucia Arioti y Luciane Maciel. Charlamos, merendamos y compartimos impresiones e ilusiones con respecto a su futuro y ya próximo trabajo misionero en Venezuela.
Una vez en San Félix, ellas eligieron vivir y casi estrenar la nueva casa parroquial del recién construido Centro “San Pedro Claver” en La Victoria. El hecho de vivir ahí marcó sin duda que fuese ese barrio el más influenciado y beneficiado por su trabajo y sobre todo por su presencia cercana. Recuerdo muy bien como la casa se fue llenando de vida y movimiento, sobre todo las mujeres (cosas de mujeres) se sentían más en confianza con las “hermanitas” que con los “padrecitos”. Pero su campo de acción fue por supuesto toda la extensa parroquia y desde el Consejo Parroquial y los Equipos Pastorales de los sectores participaron desde el comienzo en toda la vida y organización pastoral.
Recuerdo igualmente nuestra preocupación antes de su llegada sobre la manera en que iban a subsistir. Personalmente hablé en la Curia Diocesana y se me prometió para las Hermanas una asignación económica por parte de la Diócesis, que nunca llegó a ser efectiva. (Hay que decir que la Diócesis se encontraba en un momento de reducción de personal y crisis económica). Una de las posibilidades que habíamos pensado era que vivieran con nosotros y tener la economía en común, pero ellas desde el principio tenían muy claro que querían plena independencia. Eso sí, con el tiempo los “padrecitos” nos dejábamos invitar en días especiales y muy a gusto a compartir el sabroso almuerzo de las Hermanas, que de vez en cuando hasta era regado
20
con una “caipiriña”. Ellas también venían a gusto a nuestra casa, de manera que paseos, retiros, reuniones y el compartir la eucaristía a diario hicieron cercana y enriquecedora nuestra convivencia.
Casi desde el principio la Hna. Luciane compartió junto con la señora Magdalena tareas en la coordinación del Centro de Alfabetización. Y la Hna. Lucia a trabajó en el despacho y la administración parroquial. Con ello se les pudieron asegurar dos entradas económicas (gracias a Amsala y a la Parroquia) para tranquilidad suya y nuestra.
Me río hoy pensando en curiosas anécdotas de aquellos primeros tiempos:
. Como el niño que un sábado después de la catequesis me dice muy serio: “Padre a la maestra (se refería a la Hna.Luciane) no le entiendo ni una palabra”.
. O aquella otra conversación también muy “seria” entre jóvenes tratando de aclarar el dilema de porqué la Hna. Concha siempre llevaba un hábito puesto y las otras dos no. La solución estaba muy clara: La Hna. Concha era virgen y las otras no”.
. Y no quiero olvidar la cara de satisfacción de aquel señor de Cristóbal Colón que me comentaba contento: “¡Qué buena estuvo hoy la misa de la monjita. Y fue bien cortita!”
Sólo conviví con las Hermanas durante tres años, y en el tercero ya estuvo en San Félix la Hna. Edenilse Marcon, sustituyendo a Lucia, pero sentí su presencia muy enriquecedora para la pastoral parroquial y sobre todo para la buena gente de nuestros barrios La Victoria, Trapichito, Cristóbal Colón, La Granja, Moscú y ….
P. Fernando López, sds